1st day

17/9/10

Primera noche de un viaje que no es ni de placer, ni de trabajo… de ambas cosas, pero el más largo que nunca haya hecho.

Ya estamos instalados en la casa de Peter, nuestra casa desde hoy y hasta Septiembre. No puedo dormir. Tal como lo anuncié a mis amigos, Peter me preguntó si había algún problema si él se quedaba algunos días más en su-nuestra casa. Yo, como obediente chilena, fui incapaz de decirle que en realidad igual me daba cosa… quizás fue porque no sé cómo decir “que algo me da cosa” en inglés.

O quizás sea porque esta pregunta me la hizo mientras yo trataba de interpretar el aspecto de Peter. Llegamos como a las 6 pm a Cambridge y decidí ir directo donde Peter a dejar nuestras cosas en vez de ir primero donde una amiga. Toco el timbre de una puerta que ya está abierta y me recibe un hombre delgado, de ojos azules, con el pelo como el del científico de Volver al Futuro, pantalones de cotelé cortados a la mitad del muslo, camisa escosa rota y calcetines con indisimuladas papas en los talones. ¿Será este Peter el ingeniero, profesor de posgrado en UCLA, dueño de una casa en Cambridge y otra en Londres y de extensos y amables emails?

Y claro, era Peter. A muchos les dije que lo primero que haría sería tomarle una foto, pero pensé que esa foto, en el mejor de los casos, los dejaría con la impresión de que ya tengo a mis amigos freaks en UK y con algo de preocupación acerca de mi salud mental.

Entonces me acuerdo por qué me gusta tanto viajar… porque aunque la globalización ha hecho que sepamos movernos con cierta soltura desde Beijing hasta Londres, aun hay ciertas cosas que remueven nuestros prejuicios y nos hacen retomar la conciencia de que nuestra interpretación del mundo y sus habitantes no es más que el cuento que nos queramos contar o que nos han enseñado a contarnos. En Chile, Peter jamás habría sido Peter… habría sido Raimundo Larraín o habría sido Jonathan Soto, pero jamás ambos. Aquí puede ser ambos porque le da la gana… y habla con la boca llena porque le da la gana y se rasca las axilas en la mesa porque le da la gana. Me cae bien Peter.

A mis niños les generó buena onda aunque no entiendan bien lo que dice… estamos en su casa, pero por alguna razón no nos sentimos lejos de la nuestra. Estoy en proceso de averiguarlo.