El libro de las ilusiones

27/2/08


Una mujer lee a Berkeley usando una polera de Berkeley. Puede ser casualidad, puede ser una especie de extraña enfermedad mental, puede ser que una cosa se deba a la otra (en cualquier dirección)… lo mejor es que no importa nada encontrar la respuesta: son cosas que suceden al mismo tiempo y -lo más importante- suceden al mismo tiempo para alguien.
“El libro de las ilusiones” me absorbió. La clásica disputa entre las ilusiones y las realidades, la trillada pregunta sobre “la realidad de la realidad” se transforma en una historia con cara de revólver. Lo entretenido es que termina dando lo mismo cualquier debate filosófico… da igual si el árbol hace ruido o no cuando cae y nadie lo oye ¿importa si nadie nos puede decir si fue un ruido seco o suave?¿si escuchó o no chillar a algún desafortunado animal?¿si le recordó algún capítulo de Heidi o uno de Las Fábulas del Verde Bosque?
Y me acuerdo de eso de la “permanencia del objeto”. Cuando las guaguas creen que la pelota ha desaparecido para siempre cuando se tapa con un paño (incluso si esto sucede frente a sus ojos)… ¿le importará a la guagua que la pelota en realidad no ha desaparecido? ¿que la que le vuelven a pasar no es una nueva pelota sino la misma?
Visto así, la ilusión es un hecho y los hechos son ilusiones. Hecho o ilusión, necesitan de alguien que los viva, de alguien que los sueñe.
¿La multiplicación de los peces y los panes es un hecho histórico o producto de una alucinación con hongos? A mi me da igual, más valioso es saber que yo conozco esa historia, que millones la han conocido y que ha creado una manera de entender el mundo tan “ilusa”, pero con tantas consecuencias como creerse mariposa y tirarse por el acantilado (Leo… creo que valdría la pena que contaras a mis queridos lectores sobre la teoría de Jesús-hongo).
Hubo un tiempo en el que no sabía si era algo que me había sucedido o si lo había soñado. Me acuerdo de esa carta que solo pude leer una vez y nunca más encontré (Isa, creo que tú también la leíste ¿alucinación colectiva?… da igual, creer que la leí me entibia el ego y el corazón).

Pensar así te puede acercar peligrosamente a la superficialidad: ¿qué importa si cuando quiera todo puede desaparecer y cambiarse por otra cosa?. Pero la ilusión tiene una trampa… nunca depende completamente de ti. Y ahí está “la agonía” (como diría Mabri): ¿cuándo me daré cuenta que disfracé una ilusión de otra ilusión?¿hasta dónde es útil interrogar a las ilusiones?¿me cambiaron la pelota o es la misma que antes había desaparecido bajo un paño?... ¿de verdad no importa lo que sucede afuera de la caverna?

“… lo que me parece, es que si abro los ojos, a lo mejor no estás ahí.
Sí, repuse, entiendo lo que quieres decir. Por otro lado, si no los abres, nunca sabrás si estoy aquí o no, ¿verdad?
- Me parece que no tengo valor suficiente.
Pues claro que lo tienes. Y además, te olvidas de que tengo las manos metidas en la bañera. Te estoy tocando la espalda. Si no estuviera aquí, no podría hacer eso, ¿o sí?
- Todo es posible. Podrías ser otra persona, alguien que pretende ser David. Un impostor.
¿Y qué estaría haciendo un impostor contigo en este cuarto de baño?
- Llenarme la cabeza de fantasías perversas, hacerme creer que puedo tener lo que deseo. No es frecuente que alguien diga exactamente lo que quieres oír. A lo mejor he sido yo quien ha dicho esas palabras.
- Puede. O quizás es que alguien las ha dicho porque lo que quiere es lo mismo que tú quieres.
Pero no exactamente. Nunca es exactamente, ¿verdad?...”
(Alma y David en “El Libro de las Ilusiones”)

Bueno, solo puedo decir que Roque me dijo que vio tiburones en el Elqui… y sí, efectivamente eran tiburones… tirurones, mejor dicho.

verano

16/2/08


No quiero que el verano termine. Otros años, a estas alturas, ya estaba chata del calor y quería que pronto comenzaran a caer las crujientes hojas café (ojo que no estoy pensando en que no se acaben las vacaciones, de hecho, estas son de las vacaciones más fomes que he tenido).
No quiero que llegue marzo, no quiero. Mas encima, febrero es el mes con menos días… hasta con eso salimos perjudicados los del hemisferio sur. No quiero que se acaben las tardes largas ni las noches tibias, no quiero empezar a levantarme extratemprano, no quiero correr delacasaalapegadelapegaalacasa (igual hago eso ahora, pero es de día).

No dispone de flash



Que deseo más tonto, porque nada cambiará el curso de las estaciones… pero igual.

Ya, eso… verano por siempre.