di art of lusing

10/3/09


Una amiga muy querida me dijo que escribiera sobre lo que se siente cuando se pierden las cosas. Suelen perdérseme cosas, pero lo supero. Cosas valiosas que he perdido: varios anillos, el teléfono del tipo que me estaba haciendo el tatuaje que está debajo de la lechuga, el carnet, la redbanc (dentro del cajero…), pantalones, cumpleaños, fechas importantes, conciertos, películas.

Al principio me da rabia porque siempre se pierden estas cosas por mi falta de atención, mi falta de orden, mi desgano y mi apatía… o sea, siempre es culpa mía, pero –como dije- lo supero.

O sea, no me importa perder… perder cosas. Me he acostumbrado.

Perder un sentimiento quizás sea distinto (pienso y recuerdo)… aunque quizás no. He perdido sentimiento profundos, felices, apasionados; un día despierto y ya no están ahí. En su lugar, la falta de orden, el desgano, la apatía. Y me he acostumbrado.

¿Será que me he entrenado? Claro, y no es que no se sufra, sino que tienes una convicción enraizada que te dice que todo es reemplazable, intercambiable, prescindible. Porque cuando perdiste ese anillo que tanto te gustaba, luego encontraste otro que te gustó más… y mi amiga (a través de E. Bishop) tiene razón: the art of losing isn’t hard to master, es cosa de practicar.

Porque a Bishop tampoco le importa perder (eso creo yo, o no?) y a mi amiga tampoco (o no?).

Ahora, perder una batalla es otra cosa… y no sé si a Bishop, pero a mi amiga seguramente no le da igual perder batallas. Una cosa es perder tu licencia de conducir, otra muy distinta es que no pases la prueba y no te den licencia.

Eso sí me altera… que rabia ser el que pierde. Por eso, antes de saber que llegué segunda, prefiero olvidar el camino, olvidar los puntos cardinales y cambiar de los 100 metros planos a la carrera con obstáculos.

No soy buena perdedora.


Un arte (E. Bishop)

El arte de perder no es difícil de dominar
Tantas cosas parecen concebidas con el propósito
de perderse que su pérdida no es desastre.

Pierde algo cada día. Acepta el fastidio
de las llaves perdidas, la hora malgastada.
El arte de perder no es difícil de dominar.

Practica luego perdiendo mejor, perdiendo más rápido
lugares, y nombres, y la escala siguiente
de tu viaje. Nada de esto traerá un desastre.

Perdí el reloj de mi madre. Y mira: la última
o penúltima de mis tres casas se fue.
El arte de perder no es difícil de dominar.

Perdí dos ciudades encantadoras. Y un reino
inmenso que fue mío, dos ríos, un continente.
Los perdí, pero no fue un desastre.

Incluso al perderte a ti (la voz burlona, un gesto
que amaba) no debí mentir. Es evidente
que el arte de perder no es demasiado difícil de dominar
aunque pueda parecer (escríbelo) un desastre.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

tal cual! ¿ves que lo escribes mejor que yo?

yus dijo...

mmm... pero lo que me dijiste de las intensidades... mmm... donde agrego eso?

Anónimo dijo...

aaaaah, es cierto, es que la genialidad no me sale en prosa, sino por chispazos

Carlos Aguirre N dijo...

mmm que cosas sé que has perdido?

1.- Una partitura en un auto de un futuro gerente de Banco.
2.- Algo, no me acuerdo que, en Trabajos Voluntarios.
3.- Miles de huevas chicas.
4.- Un cassette de massive attack que encontré, antes de irme de Chile, en una caja de mi bodega.

yus dijo...

shh!!! lo de la partitura nunca lo confesé y devuelve el casé!!!!

un abrazo!!

(finalmente fui a la reu... ahora soy vicepresidenta, je... me las pagaras!!)

Anónimo dijo...

perder me duele el ego, pero en silencio me repliego y me recupero, pero perder y saber que otro lo agarró, eso sí que me desespera y me duele el oyo!!!!